La comunidad científica celebra el centenario de la llegada de Robert Edwin Peary y Matthew Henson al Polo Norte, que pisaron por primera vez junto a cuatro esquimales hace ahora cien años, en una expedición que había salido de Nueva York el 6 de julio de 1908.
EFE/ La Opinión
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Un siglo después de esa hazaña, rodeada desde el inicio por la polémica, el mundo de la ciencia y varios museos estadounidenses conmemoran el histórico acontecimiento con seminarios, conferencias y exposiciones que incluyen desde las fotografías que entonces se tomaron los exploradores a algunos de los artilugios que utilizaron.
Así el museo Ártico Peary-MacMillan, de la universidad Bowdoin, en Maine, donde Peary (1856-1920), el primer hombre que pisó el Polo Norte, se licenció como ingeniero, lo celebra con la publicación del cuaderno de bitácora del científico día a día a través de su página web. En el "blog" que Peary elaboró durante 1908 y 1909, desde su salida a bordo del vapor "Roosevelt" desde Nueva York hasta que llegó al Polo Norte y regresó, se pueden leer las experiencias de los aventureros en el barco y cuando cruzaban en trineo el mar Ártico. Un siglo después de esa fascinante expedición, el Polo Norte sigue siendo objeto de la misma atención que lo fue entonces, y así el museo recuerda que, si ahora lo es por los efectos del cambio climático, de 1900 a 1913, diarios como The New York Times dedicaron a ese territorio más "columnas que a cualquier otra historia".
Para la directora de ese museo Ártico, Susan Kaplan, la aventura emprendida por uno de los estudiantes de esa universidad de Maine casa con la personalidad y el ingenio de Peary, que cuando se graduó en 1877 ya había "resuelto importantes problemas de ingeniería sobre un puente y las líneas de ferrocarril". El expediente del aventurero indica, según dijo Kaplan a Efe en una entrevista, que "era un estudiante excelente, aunque rebelde y que tenía su personalidad", lo que junto a su liderazgo, capacidad para resolver complicados problemas e imaginación le daría la fama. Peary "se equivocó durante años y aprendió de sus errores. Reconoció que los Inuit tenían tecnologías superiores a las occidentales y las incluyó en su equipo", explicó Kaplan respecto a las vestimentas y otras costumbres que esa expedición adoptó para sobrevivir en el frío polar. Prueba de ello son los ligeros y flexibles trineos inuit tirados por perros que utilizaron Peary y Matthew Henson (1866-1955), su compañero de aventuras, para cruzar el helado mar Ártico, y de los que uno de los cinco que utilizaron se puede contemplar ahora en la exposición del Bowdoin.
Peary, que también era militar, había intentado llegar al Polo Norte en siete ocasiones.
Veintidós hombres y 19 equipos de perros abandonaron el barco que capitaneaba Robert Bartlett el 28 de febrero, una época del año en que todavía hay suficiente luz del día, pero las temperaturas seguían bajo cero, "y llegaron al Polo el 6 de abril 1909, pero no pudieron estar mucho porque en este mes aunque los días son más largos, el sol es más fuerte y tuvieron que ir enseguida a tierra", explicó Kaplan. El momento de la llegada, bandera incluida -había sido confeccionada en 1898 por la esposa del aventurero, Joséphine Peary- quedó inmortalizado en las fotos que la expedición se hizo, pero también se vio oscurecido porque a su regreso a EEUU Peary supo que otro aventurero, el médico y cirujano Frederick Cook (1865-1940), reclamaba haber sido el primero en llegar a ese territorio ártico un año antes. Por investigaciones posteriores se descubrió en 1910 la mentira de Cook, que en 1923 fue condenado por un fraude económico y encarcelado en 1930. Peary y Henson lograron entonces el reconocimiento. "Hemos reunido objetos de la expedición de hace cien años, incluida la bandera que entonces se plantó, uno de los trineos y el revólver que Matthew Henson se hizo y portaba, así como la ropa interior con bolsillos para los cronómetros y otros instrumentos técnicos", añadió la experta.
También se expone una de las páginas del diario personal del explorador en la que expresa sus sentimientos tras alcanzar un sueño perseguido durante 23 años.
Para festejar este aniversario, el museo Ártico Peary-MacMillan también ha organizado un simposio y un festival de cine en el que se muestran imágenes de los exploradores tanto al inicio como al final de esas expediciones.
Los organizadores de estas actividades señalaron que con ellas se aprecia cómo "las cámaras de cine formaban ya parte de unas expediciones que estaban bien financiadas, y en las que las películas eran usadas, además de para documentar sus actividades, para mostrar los paisajes, los animales y las comunidades del norte".
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