EL MUNDO
En 1966, hace poco más de 50 años, el distinguido antropólogo canadiense Anthony Wallace anunciaba convencido la desaparición global de la religión a manos de una ciencia cada vez más avanzada: «La creencia en poderes sobrenaturales está destinada a desaparecer, en todo el mundo, como consecuencia del crecimiento del conocimiento científico, y de su cada vez mayor acierto y difusión». No se trataba de una predicción fuera de lo normal.